SOBRE MI
Soy alguien que aún no tiene muy claro como ha llegado hasta aquí
Nací en el hemisferio sur, en norte chico de Chile, en la ciudad de La Serena, pero he vivido casi toda mi vida en el hemisferio norte. En España, entre Asturias, Madrid y Extremadura. Hija de chilena y español, me siento parte de ambos mundos.
Dicen que lo mejor de mi es mi voz, debe ser cierto porque he logrado vivir de la narración oral como profesional durante veinte años. Sin embargo mi sueño, desde que aprendí a leer, ha sido ser escritora, y poder acompañar la soledad de otras personas, de la misma manera que quienes escribieron antes y escriben ahora son un refugio para mí misma.
Creo en el poder transformador de la PALABRA, creo que es un vehículo de comunicación lleno de innegables obstáculos, pero sin embargo, tiene la capacidad de contagiarnos de las emociones y las reflexiones. En la palabra se aúna el pasado, el presente y el futuro, la emoción y la razón, por eso me reconozco sentipensante.
Si estas buscando una lista de títulos académicos, no te los puedo ofrecer. Soy una superviviente del sistema escolar, y el único titulo que te dan cuando no encajas es el no-titulo.
No obstante me gusta mucho aprender. Tengo el placer de ser una lectora incansable desde que aprendí a leer a los 7 años, después de repetir primero de primaria. Y aunque no suelo aprobar, he estudiado Historia y Antropología, porque amo saber más sobre las personas y nuestro pasado.
Tampoco puedo ofrecerte una lista de premios o reconocimientos, pero una vez, gracias a las personas que participaban en el taller de «Arte y pensamiento» del centro penitenciario de Badajoz, recibí un premio de la Asociación de Derechos Humanos de Extremadura.
Nací disléxica en 1966 y he sobrevivido a un cáncer de mama. He superado más de medio siglo de historia personal sin que se cumpliera la maldición de mis profesoras, ni de mi padre, que me decían sin cesar «no sirves para nada. Tendrás que limpiar escaleras toda tu vida», esto debido a que era imposible para mía lograr acceder a un titulo que avalara mis saberes. Pero aunque he intentado, en todas mis crisis económicas, trabajar profesionalmente como limpiadora, nadie me ha querido contratar. No lo entiendo porque creo que lo hago bien, al menos en mi casa, por lo que mi conclusión es que aunque no hay titulo, ganarse la vida limpiando no es tan fácil.
Contaré como anécdota que también me rechazaron como vendedora en «Circulo de lectores» a los 19 años.